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La lenta agonía del optimismo argentino

En el inicio de un año electoral, especialmente cuando se trata de una elección presidencial, las sociedades tienden a renovar sus expectativas y miran el futuro con mayor optimismo. Esta tendenc...

En el inicio de un año electoral, especialmente cuando se trata de una elección presidencial, las sociedades tienden a renovar sus expectativas y miran el futuro con mayor optimismo. Esta tendencia, que es común en todos los países, se expresa en un indicador simple: los encuestados consideran que el próximo año la situación del país mejorará, alentados por una elección que podría marcar el cambio de gobierno o darle un nuevo voto de confianza al oficialismo.

Esta “norma sociológica” viene resquebrajándose en la Argentina desde 2011. En 2019 se acentuó la desazón y en 2023 se profundiza aún más.

Si se toma el promedio de encuestados que señalan que el país mejorará el año siguiente, en el inicio del año de la elección de Cristina Kirchner, el 49% se expresaba en tal sentido. Esta creencia fue perdiendo adeptos cada cuatro años (-5 puntos en 2011 y -2 puntos en 2015) y en 2019, registra un marcado descenso del optimismo: un poco más de un tercio de los argentinos manifestaban que el país mejoraría al año siguiente. La crisis financiera de 2018 trajo una devaluación del peso y la preocupación por el futuro se hizo más notoria.

Los primeros meses del presente año revelan una situación aún más preocupante: solo un 28% de los argentinos se muestran esperanzados respecto del destino de nuestro país luego de la elección presidencial. Esto implica un fuerte descenso de las expectativas de 21 puntos respecto de 2007: la sociedad no espera una mejoría sustancial del país.

Con una inflación que viene golpeando hace años y seguirá golpeando los bolsillos de los ciudadanos, crecimiento de los niveles de pobreza, indicadores económicos desalentadores, una sequía histórica que traerá profundas consecuencias y, para colmo, una clase política que no inspira confianza y no muestra capacidad para sacar a la Argentina del letargo en el cual se encuentra, la población está descreída, sin esperar un horizonte más promisorio y, para peor, derrotada y desilusionada frente a este panorama.

Este clima de desánimo social y de enojo con los dirigentes es canalizado a través de Javier Milei, quien se transformó en un candidato competitivo de cara a las próximas elecciones.

Por el lado de Juntos por el Cambio, la subestimación de este panorama y la profundización de las tensiones internas pueden atentar contra sus chances electorales. En cambio, el Frente de Todos aspira a una leve reducción de la inflación que le permita llegar a octubre con otro semblante.

Todo esto hace suponer que, quien asuma el próximo 10 de diciembre, difícilmente tenga un período extenso de luna de miel. La sociedad no tendrá paciencia y reclamará resultados rápidos que le permitan ver, aunque sea, una hendija de luz al final del túnel.

Investigador de Poliarquía

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-lenta-agonia-del-optimismo-argentino-nid12042023/

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